Esta vez,
escribo algo distinto. Esta vez no escribo por necesidad, si no por
disciplina. Esta vez no quiero intentar ser brillante ni metafórico,
si alguna vez lo he sido, en lo que diga para así no dar lugar a la
equívoca interpretación de mis palabras. Hoy quiero hacer un
manifiesto, una declaración de intenciones pero no una síntesis de
sentimientos.
Aun recuerdo
cuando, cursando segundo de bachillerato y con un futuro académico
algo incierto, estudié la filosofía de Nietzsche. Fue entonces
cuando oí por primera vez el término del Nihilismo. Y yo, rebelde
sin pausa y en busca de una causa de peso, discutía la teoría de
Nietzsche, confesando a mi profesora que solo lo hacía por que me
daba coraje pensar parecido a él. A simple vista, puede sonar
estúpido. Pero era entonces cuando yo estaba empezando a conocerme,
al menos a conocer a mi yo en transito.
Lo cierto es
que estaba de acuerdo con su filosofía, pero no me la tomé
demasiado en serio y fue a finales del año pasado, que descubrí la
maravillosa película de “El Muro” de Pink Floyd, en plena
crisis moral. Ese proyecto, tiene muchísimo de Nietzsche. Lo que
quiero decir, es que volvía a recordar el término del nihilismo. Y
sin lugar a duda a los nihilistas pasivos, activos y al Super
hombre.Y lo asocié al muro que
acorralaba a Pink en la película.
Seguro
que si alguien lee esto, algunos conocerá el nihilismo y otros no,
por lo que veo oportuno que lo explique tal y como me lo explicaron a
mi en su día. El Nihilismo es,
obviando toda definición más ortodoxa, el resultado de una crisis
de valores social y generalizada. Esta crisis de valores a su vez es
el resultado de que todos los pilares socialmente aceptados que dan
sentido a la vida, quedan obsoletos y caen por su propio peso
evidenciado no ser tales. Eso es lo que representa El muro de Pink
Floyd. Ante esto, el hombre se encuentra desorientado y busca a que
aferrarse (comienzo del nihilismo) llegando un momento en el que
acepta que la base en la que se fundamenta, es inestable. Esta
aceptación se denomina nihilismo pasivo. Pero deberá de venir el
nihilismo activo para que se evolucione, consistiendo esto en la
destrucción de dicha base, la desestructuración del sistema de
valores aceptado y su total desecho. Tras esto, la sociedad deberá
crecer de nuevo, convertirse en el super hombre (figura simbólica,
que ha llevado a malas interpretaciones de esta teoría), quién
deberá crear nuevos valores por los que regirse, ya sin apoyarse en
ningún estandarte antiguo y obsoleto.
Bien,
deciros todo esto tiene un sentido. Resulta que me he llevado mucho
tiempo sabiendo que las cosas iban mal, pero sin moverme, vencido por
el miedo y la duda y bloqueado frente al muro que me rodeaba. He sido
un sujeto pasivo, aunque reflexionando. Hoy he decidido derrumbar ese
muro. Y después construir mi muro propio e invitaros a que seáis
testigos de como ladrillo a ladrillo (texto a texto), voy
terminandolo.
Empezaré
a derrumbar el muro, escupiendome frente al espejo aquello que hice
mal. Como pecar de arrogante. Como confiarme. Como descuidarme tanto
a mi como a todo lo que poseo y/o quiero. Y es que, acostumbrado a
equivocarme poco, la cagué más de lo que me di cuenta. Y
lamentandome por ello, descuidé mis menesteres para con la mujer que
me amaba, dejando de ofrecerle la seguridad y el amor que un día
ella, vio que yo era capaz de darle. Descuidé a mi familia, que a la
larga son los que más padecen las cagadas de cada uno de sus
miembros, primero al pecar de arrogante e ignorar todo consejo
fraterno. Después al dedicarle demasiado tiempo a acunar el amor que
en su día estuve forjando. Luego, sin fuerzas, los dejé de lado por
invertir demasiado tiempo en mí, en encontrarme. Y tras que ella
marchara, tras varios infartos y varios disgustos en casa, ya me
avergoncé de todo lo que yo era. Solo puedo intentar ser mejor hoy,
que sé que no es mucho, pero espero poder hacer que sea moneda de
cambio suficiente.
Es
menester continuar mencionando a mis amistades, los cuales dejé de
lado demasiado tiempo y hoy, sigo intentado desquitarme de mis
errores. A ellos, lo siento. Pero también he de reconocer que he
descubierto que a veces confié en la gente equivocada, que consideré
amigos a quienes en mi, solo veían una etapa de su vida. No les
reprocho nada, el torpe fui yo. Pero hoy ni están ni estarán
conmigo. A todo el que me odie, le deseo salud y vida eterna, para
que sean testigos de la huella que pretendo marcar.
Ahora
te toca a ti. Sí, a ti. Otra vez, así que trataré de ser breve. No
te pediré cuentas de nada de lo ocurrido, después de lo que fuimos,
la lastima es que hoy no seamos nada. Pero quedando el recuerdo de lo
que una vez fue precioso, quizás no lo merezcas, quizás tu no
quieras corresponder esto, pero te ofrezco mi perdón y mi redención.
Supongo que sobra decir que significas mucho para mi. Y supongo que
no está de más aclarar que en mi derecho de interpretar las cosas a
mi forma, puedo pecar de tomarme alguna licencia poética. No me lo
tengas en cuenta, no todo va por el nosotros que alguna vez hubo. Hoy
sé que ninguno de los dos lo lleva peor. Ninguno lo lleva bien. Cada
cual a su ritmo. Pero siempre me enfadaré con los relojes cuando
marquen esa hora. Que te vaya bien.
Y
por último, para lograr de derribar totalmente el muro, he de atacar
a la entidad más abstracta que aprieta mi yugo, el muro en sí, los
valores heredados, la sociedad, el entorno del yo y las consecuencias
de interactuar ambos. ¿Y cuales son las consecuencias del yo y su
entorno? Un amigo me dijo una vez que las inevitables. Es por eso que
me parece hoy inevitable derribar este muro.
Tengo
mis razones. Porque los ideales heredados me han hecho amar a la
carrera, desechar oportunidades y precipitarme en la mediocridad,
perder el norte y perderme a mi mismo, dudar de lo indudable, aceptar
lo ilógico e inestable... y un largo etc. Hoy destruyo este viejo y obsoleto mundo, para construir uno nuevo mañana.
Hay
heridas de guerra que siempre dejan marca
y
la vida es tan perra, que entiendes más a la parca.
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