jueves, 31 de enero de 2013

Obsoleto. (Punto final)


Esta vez, escribo algo distinto. Esta vez no escribo por necesidad, si no por disciplina. Esta vez no quiero intentar ser brillante ni metafórico, si alguna vez lo he sido, en lo que diga para así no dar lugar a la equívoca interpretación de mis palabras. Hoy quiero hacer un manifiesto, una declaración de intenciones pero no una síntesis de sentimientos.

Aun recuerdo cuando, cursando segundo de bachillerato y con un futuro académico algo incierto, estudié la filosofía de Nietzsche. Fue entonces cuando oí por primera vez el término del Nihilismo. Y yo, rebelde sin pausa y en busca de una causa de peso, discutía la teoría de Nietzsche, confesando a mi profesora que solo lo hacía por que me daba coraje pensar parecido a él. A simple vista, puede sonar estúpido. Pero era entonces cuando yo estaba empezando a conocerme, al menos a conocer a mi yo en transito.


Lo cierto es que estaba de acuerdo con su filosofía, pero no me la tomé demasiado en serio y fue a finales del año pasado, que descubrí la maravillosa película de “El Muro” de Pink Floyd, en plena crisis moral. Ese proyecto, tiene muchísimo de Nietzsche. Lo que quiero decir, es que volvía a recordar el término del nihilismo. Y sin lugar a duda a los nihilistas pasivos, activos y al Super hombre.Y lo asocié al muro que acorralaba a Pink en la película.

Seguro que si alguien lee esto, algunos conocerá el nihilismo y otros no, por lo que veo oportuno que lo explique tal y como me lo explicaron a mi en su día. El Nihilismo es, obviando toda definición más ortodoxa, el resultado de una crisis de valores social y generalizada. Esta crisis de valores a su vez es el resultado de que todos los pilares socialmente aceptados que dan sentido a la vida, quedan obsoletos y caen por su propio peso evidenciado no ser tales. Eso es lo que representa El muro de Pink Floyd. Ante esto, el hombre se encuentra desorientado y busca a que aferrarse (comienzo del nihilismo) llegando un momento en el que acepta que la base en la que se fundamenta, es inestable. Esta aceptación se denomina nihilismo pasivo. Pero deberá de venir el nihilismo activo para que se evolucione, consistiendo esto en la destrucción de dicha base, la desestructuración del sistema de valores aceptado y su total desecho. Tras esto, la sociedad deberá crecer de nuevo, convertirse en el super hombre (figura simbólica, que ha llevado a malas interpretaciones de esta teoría), quién deberá crear nuevos valores por los que regirse, ya sin apoyarse en ningún estandarte antiguo y obsoleto.

Bien, deciros todo esto tiene un sentido. Resulta que me he llevado mucho tiempo sabiendo que las cosas iban mal, pero sin moverme, vencido por el miedo y la duda y bloqueado frente al muro que me rodeaba. He sido un sujeto pasivo, aunque reflexionando. Hoy he decidido derrumbar ese muro. Y después construir mi muro propio e invitaros a que seáis testigos de como ladrillo a ladrillo (texto a texto), voy terminandolo.

Empezaré a derrumbar el muro, escupiendome frente al espejo aquello que hice mal. Como pecar de arrogante. Como confiarme. Como descuidarme tanto a mi como a todo lo que poseo y/o quiero. Y es que, acostumbrado a equivocarme poco, la cagué más de lo que me di cuenta. Y lamentandome por ello, descuidé mis menesteres para con la mujer que me amaba, dejando de ofrecerle la seguridad y el amor que un día ella, vio que yo era capaz de darle. Descuidé a mi familia, que a la larga son los que más padecen las cagadas de cada uno de sus miembros, primero al pecar de arrogante e ignorar todo consejo fraterno. Después al dedicarle demasiado tiempo a acunar el amor que en su día estuve forjando. Luego, sin fuerzas, los dejé de lado por invertir demasiado tiempo en mí, en encontrarme. Y tras que ella marchara, tras varios infartos y varios disgustos en casa, ya me avergoncé de todo lo que yo era. Solo puedo intentar ser mejor hoy, que sé que no es mucho, pero espero poder hacer que sea moneda de cambio suficiente.

Es menester continuar mencionando a mis amistades, los cuales dejé de lado demasiado tiempo y hoy, sigo intentado desquitarme de mis errores. A ellos, lo siento. Pero también he de reconocer que he descubierto que a veces confié en la gente equivocada, que consideré amigos a quienes en mi, solo veían una etapa de su vida. No les reprocho nada, el torpe fui yo. Pero hoy ni están ni estarán conmigo. A todo el que me odie, le deseo salud y vida eterna, para que sean testigos de la huella que pretendo marcar.

Ahora te toca a ti. Sí, a ti. Otra vez, así que trataré de ser breve. No te pediré cuentas de nada de lo ocurrido, después de lo que fuimos, la lastima es que hoy no seamos nada. Pero quedando el recuerdo de lo que una vez fue precioso, quizás no lo merezcas, quizás tu no quieras corresponder esto, pero te ofrezco mi perdón y mi redención. Supongo que sobra decir que significas mucho para mi. Y supongo que no está de más aclarar que en mi derecho de interpretar las cosas a mi forma, puedo pecar de tomarme alguna licencia poética. No me lo tengas en cuenta, no todo va por el nosotros que alguna vez hubo. Hoy sé que ninguno de los dos lo lleva peor. Ninguno lo lleva bien. Cada cual a su ritmo. Pero siempre me enfadaré con los relojes cuando marquen esa hora. Que te vaya bien.

Y por último, para lograr de derribar totalmente el muro, he de atacar a la entidad más abstracta que aprieta mi yugo, el muro en sí, los valores heredados, la sociedad, el entorno del yo y las consecuencias de interactuar ambos. ¿Y cuales son las consecuencias del yo y su entorno? Un amigo me dijo una vez que las inevitables. Es por eso que me parece hoy inevitable derribar este muro.

Tengo mis razones. Porque los ideales heredados me han hecho amar a la carrera, desechar oportunidades y precipitarme en la mediocridad, perder el norte y perderme a mi mismo, dudar de lo indudable, aceptar lo ilógico e inestable... y un largo etc. Hoy destruyo este viejo y obsoleto mundo, para construir uno nuevo mañana.

Hay heridas de guerra que siempre dejan marca
y la vida es tan perra, que entiendes más a la parca.


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