lunes, 16 de junio de 2014

La metralla de los días.

El tedio, el veneno más poderoso al que el ser humano es adicto a inyectarse. De todas las dolencias, es el mal más inmune a nuestros desesperados intentos de erradicarlos y el más longevo.

El tedio se alimenta de nuestros propios fracasos en nuestra contienda por erradicarlo y a menudo, anclado en aquellos mal sanos hábitos que hemos tomado y mediante los cuales no somos honestos con nosotros mismos, durante años nos susurra palabras desalentadoras, nos empuja al precipicio del hastío y nos encierra en sus bastas e infinitas llanuras. Nos encarcela en un reloj de arena que nos ahoga.

El tedio es el hijo del desengaño y de las cicatrices, y