jueves, 8 de mayo de 2014

Te conozco.



Te conozco, aunque solo sea un poco, y me encantas.

Te conozco y perdona mi insolencia, pero eres tu quien me lo ha contado. Con lo que callas y lo que no, lo que lloras y lo que no, lo que saboreas y lo que no,lo que sueñas... y lo que no recuerdas haber soñado. Porque sueñas con todo, aspiras a todo y luchas por todo o... sueñas con nada, aspiras a nada y luchas por nada. Y eso te cansa.

Te pasas tanto preguntándote “Por qué” que olvidaste por qué te lo preguntabas. Pero eres así, no sabes orientarte sin haberte perdido antes del todo. Y caminas constantemente, sobre tus pasos, sobre los de otros, probándote cada idea como quien prueba un traje nuevo, para ver si holga o solo necesita algunos arreglos o si es de tu talla. Y enfermas de realidad al hacerlo. Y eso te cansa. ¿Cómo no va a hacerlo? ¿Como no vas a desorientarte de tanto dar vueltas?

Sabes perfectamente que cuando te mareas, toca sentarse, al menos hasta que todo deje de girar y girar. Pero nunca lo hace porque el tiempo sigue y eso te da miedo. Sin embargo, esa sensación te tiene a sus pies y te genera adicción, porque sabes que mientras notes ese pellizco,
mientras siestas esa presión en la barriga, seguirás viviendo y todo será posible. Una vez más, enfermas de realidad.

A veces piensas que te auto-destruyes. Que solo tu te empujas a un precipicio sin fin porque amas tu desastre, tu orden y tu desorden y aunque quieres conocerlo todo, en el fondo no quieres que nada cambie. Sin embargo aceptas que es el proceso natural de la vida, porque así conoces nuevas sensaciones. ¿Que duro sería vivir sin expectativas, verdad? Y es eso lo que te aterra. Solo sentirte como un ser vacuo es algo que temas más que el tic-tac que te paraliza inmóvil.

¿Que es lo que pasa cuando no sientes nada? Cuando tus objetivos son más de otro que propios, por tanto explorar caminos alternativos, duele. Y ese dolor es lo único que no hace que pierdas la cabeza, del todo. No encuentras opción entre tan basto abanico. Hastío. Apatía. ¡Tiene tantos nombres tu dolencia, que ni si quiera tienes certeza de que te ocurre!

Pero recuerda que te conozco. Tu me lo enseñaste. Quizás ese fuese tu "plan b", tu válvula de escape. Para que yo te susurre aquello que eres, por si se te olvida. Y eres miles de cosas maravillosas. Ninguna desechable. Te complementas entre errores y aciertos para ser tú. Te conozco, aunque solo sea un poco, y te encantas.

Sabes escuchar la esencia de las cosas. Oye tus latidos. No temas oírte, solo quieres ayudarte. Mantente fiel a ti. Sabes mantener los pies en el suelo mientras tu cabeza vuela sin limites. Así que alcanza tus sueños, casi los estás arañando. ¿Y tus ojos? Quién pudiese entender el mundo desde tus ojos... ves las dos caras de la monedo porque las has experimentado. Y sí, la realidad es un dulce espinado. Lo sabes. Lo comprendes. La conoces. ¿Así que dime, donde están tus limites? Te conozco y eres fuerte y desafiante. Inconformista. Tú eres tu limite. Todo empieza y acaba en ti. El limite no existe. No si tu no quieres, porque te conozco.

El tiempo es veloz, pero tu puedes correr más. Por que te conozco y sé que todo esto te inunda, que no te absorbe el vacío. Puedes seguir caminando.


Lo sé, te conozco. Tu me lo has enseñado.


2 comentarios: