martes, 15 de octubre de 2013

Mi segunda explosión.



El profesor zarandeaba los brazos violentamente al ritmo de sus reproches amenazantes. Había explotado por escucharme decir que a mi, "San Manuel Bueno Mártir" me parecía denso de leer. Pero que apreciaba su mensaje. Por supuesto que él discrepaba de eso. Yo no entendía la discrepancia en cuestiones de gustos. Pero él cogía su criterio y me lo imponía. Entonces dinamité yo.


- Usted se calla. Que solo descarga sobre mi su frustrada ira por su frustrado sueño. - Vino su segunda explosión. Tras el guantazo, me quedó clara la lección de ese día: Hay pena para el libre pensador. Debí pensármelo menos antes de asesinarlo.

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