sábado, 2 de febrero de 2013

Perspectiva. (Mi catarsis)




El frío se marcha despacito. Las nubes van desencapotando el cielo y aunque aun nada indica que el sol vaya a estar ahí, el ocaso empieza a desvestirse haciendo gala de su bella amalgama de coloreadas sensaciones.


Testigo de esta magnificencia, un viajero. Este echa la vista a atrás y sorprendido, vislumbra que la distancia y la altura le dan una mejor perspectiva del paisaje. Ahora entiende, al menos mejor. Ahora puede verlo casi con omnipresencia. Ahora puede dejar caer su mochila al suelo. Así lo hace.

Desde aquí, todo lo que antes le parecía titánico e infranqueable, ahora le parece puntos insignificantes que marcaban breves pausas en el camino. Y todo lo que ya no puede ver por haberlo infravalorado, le pare eterno y maravilloso. No lo ve pero casi puede hacerlo, de sentirlos tan intensos dentro de sí. Sonríe como un bobo al recordar cuantas veces quiso abandonar en su escalada y darse por vencido. La lección ha sido la recompensa y esta, le ha sido otorgada durante el camino.

Ahora que lo tiene todo más claro, coge bruscamente aire pro la nariz. Este le parece más puro. Entonces grita. Grita feliz, rabioso, orgulloso, niño y con sabiduría a la vez. Su grito transmite la misma mesura que la de el rey de la selva. Y piensa: Hoy verdes hojas brotan verdes.

Es en ese momento en el que la ve. La vé mucho más a bajo, bailando sobre una roca.
Y jamás tropieza porque esa roca es su reino. Entiende ahora cuanto tiene que agradecerle. Todo lo que ella ha hecho, le ayudó a ir abriendo los ojos. Fue ella el combustible que prendió en la caldera que puso en marcha todo el mecanismo. Fue todo lo que hizo posible empezar su viaje. Fue por ella por quien comenzó a caminar en busca de perspectiva para no caer en el absoluto escepticismo. Se lo agradece mentalmente y espera poder hacerlo de palabra algún día.

Se toma así mismo la palabra y toma una decisión. Después de todo lo que ella hizo por él, debe descender para ofrecerle la mano, para que vea que nunca la abandonó. Que menos. Sabe que en su descenso, quizás se le nuble de nuevo esa perspectiva porque no sabe que le deparará si nuevo viaje. Pero sabe también, que no parará de caminar. Que tratará de mantener la perspectiva y que cuando llegue al bosque que está a los pies de la montaña, tratará de que los arboles no le impidan ver lo que hay en él. No se lo impedirán. Se consuela pensando que será así porque tiene perspectiva suficiente como para pensárselo.

  • Vaya. No entendía este cuadro. Es sorprendente lo que puedes ver alejándote un poco.
  • Claro. No todo puede verse de cerca. Te distraes con demasiados detalles concretos. ¿Te gusta?
  • Sí. Hoy me he liberado de prejuicios.

    Primer ladrillo.

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